Las habilidades comunicacionales son, dentro de la formación de un psicólogo clínico, un capítulo relevante; pero quizás, uno de los más difíciles, debido a que conlleva procesos que en la vida cotidiana el psicólogo realiza como un hablante más, y que en situaciones terapéuticas ha de plantearse bajo el análisis y la postura profesional. Lo difícil, por tanto, puede ser transformar la actitud del terapeuta.
El proceso
comunicacional también contiene la interacción en base al código no verbal,
enriqueciendo el intercambio con información no siempre consciente y
voluntariamente entregada, aunque curiosamente, esa información es siempre
emitida por el emisor y a su vez es siempre recibida por el interlocutor, dando
una gran cantidad de información acerca del relato del otro y de la actitud de
escucha del otro.
El tipo de
relación que se establece entre psicólogo y paciente tiene importantes
consecuencias en el resultado del proceso terapéutico e incrementan notablemente la tasa de éxito de la terapia. En esa línea se han focalizado los estudios en
las habilidades o características del terapeuta. Recordemos que Rogers (1957)
propuso que las características de terapeuta "necesarias y
suficientes" para lograr realizar una terapia eficaz eran: empatía, visión
positiva, calidez no posesiva y autenticidad o coherencia. Actualmente se
considera que son variables necesarias, pero existe discrepancia en torno a la
condición suficientes, dando paso así, a una también importante consideración
de las variables y características del paciente y de las propias de la
interacción entre ambos. Beck, Rush, Shaw y Emery, (1979) plantearon también su
versión de las características de terapeuta implicadas en el buen curso de la
terapia: sinceridad, autenticidad y no juicio.
En una revisión acerca de las variables del clínico que favorecen la alianza terapéutica, reseñada por Gavino (2005) y realizada por Ackerman y Hilsenroth (2003) se explicitan como características principales las siguientes:
Flexible: implica la
capacidad de adaptar la forma de comunicarse a las características del paciente
y de la situación.
Experimentado: el psicólogo
muestra experiencia clínica.
Honesto: el paciente
percibe al psicólogo como una persona sincera y honrada.
Respetuoso: el
profesional respeta los valores y la forma de expresarse y comunicarse del
paciente.
Fiable: el psicólogo
es percibido por el paciente como una persona digna de confianza.
Seguro de sí mismo: el paciente
percibe al clínico como una persona segura y que sabe lo que hace.
Interesado: el psicólogo
transmite interés por el paciente y por su problema.
Atento: el clínico
muestra un actitud atenta a lo largo de la sesión, hacia las manifestaciones
verbales y no verbales del paciente.
Amistoso: el paciente
percibe al clínico como cercano.
Cálido: el psicólogo
es percibido como cariñoso y afectivo.
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